En mitad de la primavera, avenidas y jardines se pueblan por unos días de casetas llenas de libros. Desde hace varias décadas, esta imagen tan singular se ha normalizado, hasta el punto de que resulta familiar el ver a paseantes y curiosos asomarse al interior para hojear los volúmenes.
No cabe duda de que esta aparición de los libros en medio del espacio público les otorga una visibilidad positiva: recuerda a todos, sin excepción, su valor e importancia para el buen desarrollo de la convivencia, el progreso de la sociedad y la humanización de los individuos concretos, puesto que la acción de leer rompe el techo de cristal autoimpuesto e invita a salir de la vulgaridad que impone la rutina cotidiana.
Con todo, en las ferias no es oro todo lo que reluce. El protagonismo de lo comercial por encima de lo cultural lleva transformando desde hace tiempo el papel que desempeña el libro en los distintos segmentos de la población. No en vano, resulta fácil constatar una progresiva homogeneización de los gustos, puesto que se venden casi siempre los mismos o parecidos autores, las temáticas que están de moda y los títulos de turno.
Al final, la gran damnificada termina siendo la diversidad. Y es que, si la mayor parte de las casetas ofrecen los mismos libros, resulta indiferente que participen más o menos librerías y editoriales. Más aún, esta uniformización de los gustos embota la curiosidad lectora, ya que lo no conocido genera desconfianza y el visitante prefiere refugiarse en las obras que le suenan gracias a la publicitación programada que se ha hecho en los medios de comunicación de masas, precisamente pensando en las ferias.
Sin negar ninguna de sus ventajas, desde hace tiempo las ferias llevan apostando más por el entretenimiento que por el saber, hasta el punto de que los agentes culturales y comerciales promueven un tipo de lectura ligera, popular, descomprometida, que divierte y evade.
Pero convendría preguntarse si esta tendencia tiene futuro, ya que, si al libro se lo ve como otro medio más de entretenimiento, tiene todas las de perder. Jamás podrá este invento maravilloso de hojas cosidas desligarse de su ADN y de su historia: ser espacio para el diálogo crítico y herramienta para tener criterio propio.
También en primavera es preciso recordar una de las invitaciones favoritas de los ilustrados: «Atrévete a pensar». Feliz lectura y feliz feria del libro en el madrileño Parque del Retiro.
[Imágenes de la Caseta 199 de Ediciones Sígueme. En ella estarán los libros de la editorial desde el viernes 26 de mayo hasta el domingo 11 de junio.]